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Abanderando la solidaridad: un llamamiento urgente a la cordura.
En Asilim no podemos seguir callando, por eso queremos hacer pública nuestra opinión y sentir especialmente ante los resultados electorales del 10 de noviembre.
Asilim no tiene filiación ni adscripción a ningún partido político concreto. Somos independientes de las organizaciones políticas y libres para actuar siguiendo los principios que nos guían, lo que nos ha supuesto un castigo económico, pero, a la vez nos ha dado alas para actuar acorde unos valores, una filosofía y una forma de entender el mundo que están en las antípodas y nada tienen que ver con las mentiras y la manipulación de muchos políticos, que por otra parte, permiten y aplauden otras personas.
Estamos viendo en los medios de comunicación cómo se miente y tergiversa la realidad en el tema de la migración, de las personas refugiadas y solicitantes de asilo, de los menores inmigrantes no acompañados, de las mujeres víctimas de discriminación y de violencia, del colectivo LGTBI y de otras muchas personas en situación de vulnerabilidad.
Se siembra el odio con la falsedad, se inyecta miedo con falacias no desmentidas públicamente, se busca el enfrentamiento entre iguales, mientras los que lo alientan estos sentimientos se reparten votos y poder. Todo vale para ganar poder, para que nuestra sociedad vuelva a tiempos pasados de infausto recuerdo, en lugar de mirar al futuro con esperanza y con la certeza de que podemos cambiar para mejor y de que otro mundo más humano y menos injusto es posible.
En Asilim estamos hartos de esta situación, de que nadie le pare los pies al racismo, a la xenofobia, al linchamiento público y consentido que desde un sector de nuestra sociedad se está produciendo contra personas indefensas, que en la mayoría de los casos vienen a nuestro país huyendo de la guerra, de la violencia, del hambre, de la injusticia, de la desesperación. Vienen, además de por salvar su vida, para intentar buscar una segunda oportunidad para ellas y para sus familias, para construir juntos, ellas y nosotras, una nueva sociedad de mil colores y no de grises, de buenos y malos, de fronteras que son cárceles y muerte.
Está en nuestra mano cambiar esta situación. ¿Como? No quedándonos en casa , actuando, tomando conciencia de la influencia de nuestras decisiones políticas, y colaborando, en la medida de nuestras capacidades, con los agentes sociales y los medios de comunicación comprometidos con la justicia social. Estamos ante una carrera de fondo. y esperamos que aquellas formaciones políticas, grandes o pequeñas, que defienden los derechos humanos, que creen, como nosotras, en un mundo sin fronteras, integrador y no excluyente, donde los desplazamientos de sus individuos han de verse con naturalidad, articulando los mecanismos necesarios para conseguirlo, aúnen esfuerzos e intereses por el bien de toda nuestra sociedad..
Quedarse en casa y ser un mero espectador o espectadora es dar pie para que los intolerantes ganen posiciones; para que miren de mala manera a personas como nuestros estudiantes; para que les hagan comentarios racistas y xenófobos; para que les acusen falazmente de robar trabajo y de llevarse todas las ayudas sociales; para que se aparten o no quieran sentarse a su lado en los transportes públicos; para que se sientan fuertes y con derecho a agredirles verbal o físicamente. Esto, que ya pasaba antes, ahora se ha incrementado, al igual que la impunidad y el aplauso ignorante a a aquellos que lo alientan y lo llevan a la práctica.
No es tiempo de mantenerse al margen, de mirar para otro lado, sino de remangarse y meterse hasta el fondo en este lodo, porque ya estamos en él y hay que intentar salir construyendo, y no destruyendo.
