Participar en una contada es siempre una experiencia mágica. Por los cuentos aprendemos lo que nuestros mayores escucharon a sus abuelos, viajamos con Sherezade por noches de astucia y seducción, y aceptamos con total rendición de enamorados cualquier trato imposible que el buen cuentero nos propone.
En Asilim conocemos bien el valor de la palabra, y por eso nos dedicamos a sacarla de la jaula de Babel donde a veces languidece. Y como en los buenos cuentos, ella nos devuelve el don trayendo noticias de lugares lejanos y personas hermosas.
Cada año al morir la primavera, celebramos las Jornadas de la Diversidad en Asilim, y una de nuestras actividades favoritas es la contada “Divercuentos”, donde un grupo de estudiantes de nuestra escuela nos regalan en su lengua materna bellísimas historias aprendidas en sus lugares de origen. Wólof, árabe, ruso, bengalí… ¡e incluso el lenguaje de signos! se apoderan del escenario y casi alcanzamos a verlos escritos y entrelazados como grecas por el aire. Y, por si eso fuera poco regalo, se nos suman narradores profesionales que traducen generosamente los cuentos al castellano, para que todos disfrutemos también de los mensajes gracias a la lengua compartida y a su buen oficio. Las increíbles parejas que se forman (el custodio del cuento en su lengua materna y su cuentero/traductor) nos demuestran cómo querer es poder cuando de verdad queremos entendernos.
Ese día nos reunimos sin saberlo alrededor de un árbol en África… ¡y América, Asia, Europa y Oceanía nos salen al encuentro! Por un momento no importa de dónde somos, sólo queremos descubrir en qué quedó el corazón roto del buen príncipe o hasta dónde llegó el valor de la loba solitaria, porque al final a todos nos preocupan las mismas cosas. Y vaya si lo aprendemos…
Gracias a todos los que participan y nos hacen soñar por una tarde. Y los que no habéis venido nunca… ¡no os lo perdáis el año que viene!